| Subject: Ginger y Fred |
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capítulo 25
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Date Posted: 07:45:12 05/30/07 Wed
La miraba de costado, apoyado sobre su codo, entretenido mientras ella intentaba acomodar su ropa en un silencio quejoso.
-No digas nada ... –sentenció.
Franco sonrió ante esas palabras: yo no dije nada.
-pues lo piensas...
-Sara...
-en qué momento se me ocurrió venir!¿? dime tú, si yo... –caminaba de un lado a otro buscando el lugar en que su prenda interior cayó- no debí venir –lo mira- aunque lo que me hiciste estuvo mal, muy mal.
-si? no me pareció –dijo burlón- acaso vas a castigarme?
-no te rías –refunfuñó mientras se sentaba al borde de la cama y se cruzaba de brazos- hablo del banco no de...uyyy!
Franco se acerca un poco, para susurrarle: Sara...ambos prometimos jugar todas nuestras cartas, lo olvidas?
-no... –siente el roce eléctrico de sus labios en el lóbulo- sólo que las tuyas son mejores...
-pues así es la competencia... qué pretendías que te regalara todo? –ahora estaban muy cerca.
-pues... una vez lo ofreciste- sus cuerpos se rozaban.
-si... pero las cosas cambiaron
-quiere decir que ya no nos devolverás las tierras?
-no –dijo cortante mientras se alejaba un poco.
-y ese cambio debido a qué?
-Jimena
-cómo?
-Don Martín me dijo que ella se va en cuanto les devuelva la hacienda ¿es cierto no? – Franco sólo dijo una parte de lo que Don Martín le contó.
Sara se dio vuelta para verlo, respondió sin parpadear: sí
Franco suspiro y se mantuvo en silencio un instante.
-yo no puedo permitirlo.
-por qué? Al fin el casamiento con tu hermano es un engaño, una farsa. Si ella aceptó fue porque él la obligó a...
-eso es mentira.
-ya lo sé todo Franco, el abuelo nos lo dijo, que Oscar quería su mano, que fuiste su mensajero.
-es cierto que yo hablé con tu abuelo, pero fue mi condición, Oscar no sabe nada.
-tú? No lo entiendo por qué?
-porque apenas los vi supe que mi hermano la amaba, quizás él nunca lo diría pero era así, y yo... siempre estuve en deuda con él, me correspondía.
Sara lo mira con asombro, no puede creer lo que oye, niega con la cabeza, se levanta lentamente, parece que va a decir algo pero sólo se acerca a la puerta, toma el picaporte, lo mueve y antes de salir vuelve a mirarlo.
-pues muy bien hecho Franco Reyes, arruinaste la vida de tu hermano para siempre.
-eso es mentira... Oscar la ama y...
-pero ella no, nunca va a amarlo, no por obligación.
Abre la puerta y se va, no puede creer lo que ha oído, aún creyendo que Oscar era el artífice de todo esto sentía cierta indulgencia, quizás por conocer su pasado, quizás porque veía amor, ahora entendía por qué los ojos de Oscar siempre eran cristalinos... en cambio los de Franco...
-estúpida Sara, estúpida, como vas a acostarte con él! –se maldecía a si misma mientras bajaba la escalera.
****
La tarde languidecía y aún seguía revisando papeles en la biblioteca. Hoy no podía pensar en la hacienda ni en los caballos, sentía cierta desazón. La sentía exactamente desde que Sara lo miró a los ojos por última vez antes de irse. Esa mirada lo hacía sentir en falta, como cuando niño sus padres lo regañaban sin siquiera decirle nada. Había hecho mal? Era una pregunta tonta y lo sabía, quizás por eso en todo este tiempo no se lo había preguntado, no debía haberlo hecho pero hecho estaba. Claro que en aquel momento la idea de exigir el casamiento de Jimena con Oscar le había parecido brillante. Apenas escuchó el chirrido del piso de madera levantó la vista, aquellos ojos verdes, transparentes lo miraban. Sonríe.
-hermano... que hiciste en la tarde? Cuando bajé a almorzar me dijeron que te fuiste a la ciudad...algún problema?
-quiero que firmes esto –pone ante sí unos papeles. Franco necesita tan sólo leer unos párrafos para entender.
-pero... estos son... te volviste loco Oscar?
-el loco eres tú Franco –la rabia aún contenida comenzaba a surgir- cómo pudiste hacerme eso? Cómo pudiste engañarme así, engañar a Jimena... yo no lo entiendo aún.
Franco entendió todo, Oscar sabía, no tenía idea cómo se había enterado, quizás Sara le dijo pero ya no importaba eso, debía afrontarlo
-Yo sólo quise ayudarte Oscar, tú nunca te hubieses atrevido a invitarla siquiera –Oscar lo miraba en silencio, sin decir palabra- yo sólo quería que fueses feliz, que formaras esa familia que deseabas. Yo sé que vos dejaste todo por mí, incluso tu fe... y yo siempre sentí que te había quitado algo, necesitaba hacer algo.
-no –meneó la cabeza- no me pongas de excusa Franco, lo que tú querías era adueñarte de esa hacienda, no de una parte, no del sesenta por ciento, de toda y pensaste que con ese casamiento todo quedaría en tus manos, esa es la verdad. Ahora firma esos papeles así salimos de esto de una buena vez.
-no lo haré.
-no entiendes? –Oscar estaba enojado, nunca lo había visto así- no impedirás que me separe de Jimena, no permitiré que la uses, que me uses.
Franco se levantó de su asiento, dejando los papeles sobre la mesa, se acercó a su hermano: divórciate pero no voy a firmar mi parte, no se las devolveré. He hecho mi inversión y no voy a perderla...
Oscar lo golpeó en la cara, no podía creer lo que oía: inversión!!! Eso es lo único que te importa maldito egoísta?! –agarró los papeles, estrujándolos y caminó hacia la puerta- haz lo que quieras, ya no importa...
Las palabras de Oscar lo golpearon más que su mano, era un egoísta, lo había sido al obligar a esa mujer a casarse con él, lo era ahora manteniendo en sus manos la hacienda pero tenía sus razones.
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