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Subject: "Che, el canalla" Capítulo 1


Author:
Nicolas Marquez ("Che, el Canalla" Capítulo 1)
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Date Posted: 10:52:26 03/11/12 Sun



CHE, el ASESINO, el que ODIA a la HUMANIDAD en su resentimiento, para el el odio es natural, por eso ODIA a los Negros, Indios, Homosexuales y..., el que dejo escritos donde reconoce las muertes que dejara, ninguno en accion, todos eran prisioneros, chicos, negros, mestisos, homosexuales...

A continuacion del Cap I, un escrito propio y direcciones o Link donde escuchar a este ASESINO.

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Del Libro del Dr. Nicolas Marquez, "Che, el Canalla"
Capítulo 1

Retrato de familia

Prólogo

Ernesto Guevara de la Serna, "el Che", en tanto objeto de estudio, sin dudas fue y es un personaje excepcional tanto para apologistas como para detractores. Decimos que fue excepcional, no como adjetivo calificativo sino como fenómeno que se aparta de la regla general. Vale decir, guerrilleros hubo (y sigue habiendo) por miles, pero Che Guevara hay uno sólo.
No hubo entre sus pares de la época ni entre los que aparecieron después, un solo guerrillero o revolucionario, por avezado que fuera, que haya disputado su protagonismo, ni que se le acerque en vigencia, y mucho menos que sea tomado como referente en proporciones similares.
¿Qué diferenció al Che de sus análogos? Sin dudas no fue su talento como guerrillero (su desempeño fue más que modesto) sino un cúmulo de aspectos de su enigmática personalidad, así como el hecho de que haya participado (muchas veces como protagonista) en emprendimientos y episodios de relieve mundial, a lo que debe sumarse el fastuoso marketing contemporáneo que vende su efigie a diestra y siniestra colocándolo en la categoría de logotipo comercial.
Descendiente de las aristocracias más distinguidas de la Argentina, la intensa vida pública del Che se reduce a diez años de acción (1957/1967) en los que alternó como aventurero, médico, guerrillero (en varias oportunidades y latitudes), jefe mayor de dos campos de concentración y exterminio a disidentes (La Cabaña y Guanacahabibes), ideólogo amateur, Presidente del Banco Nacional de Cuba, Ministro de Industrias de Cuba, embajador informal y escritor aficionado entre varias otras incumbencias.
Portador de una personalidad despótica, desde muy joven forjó un temperamento duro, cruel, temerario, y acarreó desde siempre una extraña propensión al suicidio (tendencia que de alguna manera materializó).
Predicó y practicó el odio como factor de lucha. En sus escritos y alocuciones se advierte un notable desprecio por los negros, los indios, los bolivianos, los homosexuales (a quienes confinó en campos de trabajo forzado), los cubanos, sus propias esposas (se casó dos veces) y hasta por los guerrilleros de su propia tropa, a los que si por alguna causa no le simpatizaban, sin más, los fusilaba. Combinaba su desprecio por la vida (propia y ajena) con un humor sarcástico y elegante, en donde ponía de manifiesto su refinamiento y sólida formación cultural.
Lector voraz, ajedrecista intuitivo, impaciente en grado extremo, provocador contumaz, comunista tardío y fusilador sistemático (los muertos en su haber se cuentan por centenas) son algunos de los tantísimos rasgos de este popular y a la vez desconocido personaje.
Considerado como un inmaculado prócer en la Cuba castrista, el Che contribuyó a instalar en la isla el más prolongado y brutal totalitarismo de la historia contemporánea de las Américas, intentando además llevar adelante infructuosos golpes de estado en el África y Latinoamérica, conspirando contra Presidentes democráticos de la Argentina (durante el gobierno del Dr. A Illia) y en Bolivia (bajo la administración de René Barrientos).
Por su multifacético rol contó con varios apodos: "El Chancho" (dada su enemistad con la higiene personal); "El Carnicero de la Cabaña" (en honor al campo de exterminio "La Cabaña" que él comandó); "El Canalla" (tal como se acostumbra a llamar a los hinchas del club de fútbol "Rosario Central", al que él adhería); y "Che Guevara" (tal el apodo con que mundialmente se lo conoce y cuyo origen del mismo sigue siendo discutido).
Muchos de sus apologistas y acólitos lo veneran alegando que "el Che murió por un ideal". Frase que incluso es recogida con indolente aprecio hasta por aquellos que no comparten el ideal de Guevara, pero indulgentemente le reconocen "haber entregado su vida por ella". Argumento efectista y efectivo aunque falaz, puesto que lo trascendente en Guevara no es que "haya muerto por sus ideas" sino que haya fusilado a mansalva por imponerlos. La muerte no es lo relevante en Guevara, dado que él buscó afanosamente ese final y lo encontró en su ley. No murió "en defensa de la paz" ni de los "Derechos Humanos", sino atentando contra estos valores. Lo esencial en Guevara no es cómo murió, sino cuánto mató cuando vivió y con qué objetivos póstumos llevó adelante tamaña masacre. Pero ocurre que existe una curiosa tendencia a juzgar a los ídolos de izquierda en función de sus objetivos (supuestamente nobles) y no por sus resultados (comprobadamente desastrosos), que en definitiva son lo único importante.
Hoy su efigie recorre el mundo en postales, banderas, adornos y remeritas, las cuales son mostradas como símbolo de amor universal, tolerancia o libertad. Todos valores que el Che combatió y despreció con el ejemplo personal. Una cosa es la edulcorada imagen que el marketing actual y los filmes comerciales construyeron del Che y otra bien distinta es la verdadera naturaleza que el Guevara real encarnó.
Pero hay elementos a favor del Che que es necesario poner de manifiesto: jamás escondió sus valores, ni sus acciones, ni su esencia. Por su condición de irrefrenable homicida se autodefinió como "una máquina de matar"; por su fanatismo enfermizo consideraba la moderación como una de "las cualidades más execrables que puede tener un individuo"; se consideraba a sí mismo "todo lo contrario a un cristo"; confesó sentir un profuso "odio a la civilización" y enseñó que "la más fuerte y positiva de las manifestaciones pacíficas, es un tiro bien dado a quien se le debe dar".
En el presente trabajo no sólo nos detenemos en la persona del Che Guevara y sus diversas acciones (guerrilleras o burocráticas), sino que abordaremos episodios políticos de vital importancia directamente relacionados con el protagonista en cuestión.
"El Canalla" constituye un enfoque totalmente distinto al que estamos acostumbrados a escuchar, leer o mirar en la cinematografía mercantilista. Algunos estarán a favor de lo aquí expuesto y otros en contra, lo cual es natural y sano que así sea, máxime con un personaje que ha despertado tantísimas y acaloradas discusiones.
No siendo para más, e invitando al lector a ingresar en el libro despojado de todo preconcepto, deseamos que este aporte fomente debate, polémica, consenso y disenso, praxis enriquecedora y vital para el sano ejercicio intelectual, el cual hoy podemos llevar adelante precisamente porque los dogmas del Che Guevara no triunfaron ni gobiernan la vida en este lugar del planeta.

Génesis
Por lejana tradición, había en la familia Guevara un fuerte sentimiento "antiyanqui", animadversión hereditaria a la que no escapó el protagonista del presente ensayo, Ernesto Guevara de la Sema, personaje mundialmente conocido como "el Che". Un íntimo familiar suyo (que nos pidió reserva de su identidad) nos contó que "Los Guevara se casaron en California porque eran exiliados de Juan Manuel de Rozas, en el año 1848, más precisamente en la zona del Río Sacramento, donde iba media Europa a buscar oro. Contrajeron nupcias con mujeres distinguidas que eran los Castro y Figueroa, descendientes de un Virrey que gobernó en Nueva España, México. Había en mi familia una bronca especial contra los Estados Unidos. Porque los yanquis aplicaron sus leyes y fueron invadiendo el famoso lejano oeste y tomaron California por la fuerza, degollando a un coronel de la familia de apellido Castro, al que le aplicaron leyes marciales. Esto creó un ambiente de rechazo familiar a todo lo que podía ser americano". [1]
Durante su estada en los Estados Unidos, los Guevara frecuentaron trato con los Lynch, otra familia distinguida. Una vez producida la caída de Rozas en 1852, poco después ambas estirpes se trasladaron a la Argentina. Los Guevara se instalaron en la Provincia de Mendoza, al límite con Chile, y los Lynch se afincaron en Buenos Aires. A pesar de la lejanía, sendas familias retoman el trato frecuente cuando los Guevara comienzan a viajar a Buenos Aires para estudiar en la Universidad y allí se inaugura el apellido Guevara Lynch: Roberto Guevara (abuelo del Che) se casa con Ana Isabel Lynch y Guillermo Guevara, se casa con Eloísa Lynch (dos hermanos con dos hermanos), los casamientos se producen aproximadamente entre 1888 y 1890 [2]. De la unión entre Roberto Guevara y Ana Lynch nació una extensa prole de doce hijos. El sexto hijo, Ernesto Guevara Lynch, fue el padre del Che Guevara.
Por vía materna, el notable linaje del Che no se quedaba atrás. Su madre, Celia de la Serna y Llosa, hermosa mujer, culta, refinada e insumisa, era descendiente del general José de la Serna e Hinojosa, último Virrey del Perú. Celia había quedado huérfana desde muy jovencita y a pesar de provenir de una familia de siete hermanos, heredó una importante fortuna. El jurista e historiador Enrique Díaz Araujo, probablemente el mejor biógrafo argentino de Guevara y que escribió varios ensayos sobre este personaje, confirma que Celia "era tan aristocrática como su esposo y, al igual que él, no tenía antecedentes de pobreza o injusticia de qué quejarse; había nacido en medio de la opulencia y el prestigio, el último freno a su natural rebeldía desapareció poco después (de 1918), cuando, en rápida sucesión, murieron su padre y su madre y ella quedó en la más absoluta libertad y con mucho dinero para hacer lo que le viniera en gana". [3] La muchacha era ferviente católica y comulgaba diariamente. Su devoción religiosa no era menor. Relata el destacado biógrafo francés Pierre Kalfon, que Celia fue "graduada del decoroso colegio francés del Sagrado Corazón, de Buenos Aires, Celia era muy piadosa, hasta el punto de martirizarse colocando cuentas de vidrio en sus zapatos. Incluso pensaba tomar los hábitos... ". [4] Pero a poco de conocer a Ernesto Guevara Lynch, se produjo el enamoramiento y el proyecto de tomar los hábitos quedó en el olvido.
Ambos iniciaron una relación; a poco andar, Celia quedó embarazada (en pleno noviazgo). Para tratar de morigerar el escándalo que este episodio generaría en los ambientes católicos y aristocráticos de 1927, se forzó y apuró el casamiento prematuro de Ernesto y Celia (con casi tres meses de embarazo) para el 20 de diciembre de ese año. Este episodio relatado, el del embarazo prematrimonial, puede considerarse para la mass media apenas un aspecto anecdótico según los usos y costumbres del siglo XXI. Pero ochenta años atrás constituía un motivo grave de vergüenza o ciertamente escandalizante. Muchos sacerdotes, amigos y personalidades de ambientes que Celia frecuentaba, bien reprobaron su conducta o directamente le dieron la espalda, episodio que le produjo un furioso resentimiento contra la Iglesia. Virulenta animosidad anticristiana que le fuera transmitida luego al niño que por entonces yacía en su vientre y al resto de la prole que no tardaría en llegar.
Apenas producido el enlace, el flamante matrimonio muda a la provincia norteña de Misiones, en donde Ernesto Guevara Lynch acababa de comprar un yerbatal con unos ahorros de Celia.
Cuando el parto era inminente, la pareja viaja a Buenos Aires y en el trayecto efectúan fugaz escala en la ciudad de Rosario (provincia de Santa Fe) donde Celia da a luz a su primer hijo, Ernesto, el14 de junio de 1928. Destaca el biógrafo Mario O'Donell con respecto al parto, que "todo indica que se produjo un mes antes, y que falsearon ese dato para ocultar la verdadera fecha del embarazo". [5] Efectivamente, años después, Celia de la Serna le confió a su amiga Julia Constela "Ernesto (padre) arregló con un primo médico para que pariera en Rosario, llegamos justo a tiempo. El 14 de mayo de 1928 nació nuestro primer hijo y le pusimos el nombre del padre. Lo anotamos un mes después, siempre hablamos de un parto adelantado, cuestión de salvar las apariencias...". [6]
Tanto sea por vía paterna como materna, por las venas del primogénito Ernestito Guevara de la Serna, correría sangre del más distinguido linaje. Empero, la refinada tradición se vería opacada por los desmanejos económicos del jefe del hogar, un inconcluso estudiante de arquitectura y desteñido empresario, quien con motivo de su mala visión para los negocios fue paulatinamente descapitalizándose, efectuando emprendimientos a veces con éxitos modestos y otras incurriendo en fracasos contundentes. Para tales proyectos utilizó primero su dinero y al agotarse éste, acabó despilfarrando el de Celia, su mujer.
Según el biógrafo O'Donell, esa doble condición de aristócrata venido a menos, iría forjando en el niño Ernesto a lo largo de su infancia y adolescencia "la identidad de ser 'el pobre' en un mundo de ricos" a la vez que "habrá fomentado su rencor hacia los propietarios". [7] Es justo decir que el empobrecimiento paulatino de la familia, no sólo obedeció a la falta de tacto comercial de Don Ernesto, sino que como causa concomitante aparece la crisis mundial de 1930. Fue entonces cuando la familia se vio obligada a vender campos y propiedades, entre ella la estancia La Celia en Río Quinto. El pueblo actualmente se llama La Celia. [8]
Queda claro entonces que Ernesto Guevara de la Serna, el Che, de los Guevara Lynch heredó el odio a Estados Unidos y de los de la Sernasu rechazo a toda manifestación religiosa. En cuanto a la primera herencia "el barman de Sierras Hotel (ubicado en Alta Gracia, Córdoba), que frecuentaba Ernesto padre antes y al que volvía Ernesto hijo con sus amigos en algunas ocasiones, recuerda que nunca pedía Coca-Cola y que cuando se la ofrecía, la rechazaba de manera vehemente: 'Se ponía frenético ''' [9] y siempre propenso a frases extravagantes agregaba "Prefiero ser indio analfabeto a millonario norteamericano" [10]. Respecto de lo segundo, la antirreligiosidad infundida por la madre a todos sus hijos fue tan aguda, que los niños Guevara de la Serna hacían del deporte y el juego infantil no una sana distracción sino una cruzada antirreligiosa. El hermano menor del Che, Roberto Guevara precisa que "los partidos de futbol adquirían a veces su carácter 'ideológico': La formación que tuvimos fue de un anticlericalismo total... En el verano, se hacían los equipos de fútbol de los que creían en Dios contra los que no creían en Dios. Famosos partidos de fútbol. Las católicos nos llenaban de goles y se solazaban con la derrota de los infieles". [11] Su amiga de la infancia, Dolores Moyano Martín al respecto agrega: "Nunca olvidaré cuando, siendo adolescentes, conversábamos sobre Nietzsche y la significación de Cristo como salvador de los pobres... Ernesto perdió la paciencia y dijo, alterado: 'Les aseguro que si Cristo se cruzara en mi camino haría lo mismo que Nietzsche: no dudaría en pisotearla como un gusano baboso'... Nunca olvidaré esa escena porque prefiguraba lo que Ernesto sería más adelante". [12] Era natural entonces que el refugio ideológico para canalizar estas fobias (tanto a Estados Unidos como a Cristo) fueran las posiciones de izquierda, muy enraizadas en su madre por otra parte. Según el biógrafo Daniel lames "Celia de la Serna fue siempre izquierdista, aún por su propia tradición familiar. Su hermana Carmen y su cuñado 'Policho' (Cayetano Córdova Iturburu) fueron afiliados en otra época al Partido Comunista". [13] Efectivamente, el tío político del Che, Cayetano Córdova Iturburu, nos cuenta un familiar íntimo tenía gran influencia ideológica sobre él. Fue corresponsal de guerra en la Guerra Civil española, era rojo y republicano y después fue presidente del Partido Comunista. Era un izquierdista 'paquete"'. [14] Este influjo habría sido de tal intensidad, que su primo Fernando Córdova de la Serna señaló que "Ernestito con su clásica rebeldía, cuando oyó a sus padres argumentar a favor de la República Española, decidió declararse partidario de Los nacionalistas y de Franco... hasta que el influjo de las cartas, las fotografías, las revistas, los discos y otros souvenirs enviados desde Madrid por Cayetano Córdova Iturburn, lo hizo cambiar de posición". [15]
Pero además de la ascendencia familiar, Ernestito Guevara se veía empapado de izquierdismo en el plano de sus amistades puesto que "entre las influencias detectables en el Guevara infantil y adolescente, además de las familiares, están tres amigos... Pepe González Aguilar, Fernando Barral y Alberto Granadas. Que fueran sus tres amigos favoritos lo prueba, aparte de otras cosas, el hecho de que los tres se fueron a vivir a Cuba invitados por eL Che.
Pues bien, Pepe y Fernando eran hijos de españoles republicanos exiliados que se instalaron en Alta Gracia y que naturalmente entraron a formar parte de un círculo en el que había izquierdistas y comunistas españoles y también argentinos". [16] Otro de los más destacados biógrafos de Guevara, el mexicano Jorge Castañeda, sostiene que "La guerra de España constituyó la experiencia política fundante de la infancia y adolescencia del Che. Nada lo marcará políticamente en esos años como la lucha y la derrota de los republicanos". [17]
Cuenta Ernesto Guevara padre que poco antes de que Ernestito cumpliera dos años, su mujer, Celia, nadadora de fuste, solía llevar a su hijo al Club Náutico de San Isidro a las orillas del Río de La Plata y en 1930 "Una fría mañana del mes de mayo y además con mucho viento, mi mujer fue a bañarse al río con nuestro hijo Ernesto. Llegué al club en su busca para llevarlos a almorzar y encontré al pequeño en traje de barño, ya fuera del agua y tiritando. Celia no tenía experiencia y no advirtió que el cambio de tiempo era peligroso en esa época del año". [18] Este episodio pareció dejar en Ernestito una dramática secuela que lo acompañaría toda su vida: un asma garrafal que sin dudas marcará a fuego parte de su personalidad.
Sus padres, en búsqueda desesperada de médicos y tratamientos infructuosos, por recomendación de su pediatra decidieron marcharse a la ciudad de Alta Gracia, provincia de Córdoba, en donde abundan la sierra y el clima seco, lo cual fue un alivio parcial para el asma del niño Ernesto. Allí permanecerá desde los cuatro años y medio (en 1933) y recién se marchará a los diecinueve años (1947), para estudiar medicina en la universidad de Buenos Aires.
Por un lado, su madre, sintiendo gran culpa por el asma de su hijo (contraído presuntamente por su descuido) lo sobreprotegía obsesivamente. Su padre, en cambio, lo sometería a riesgos irresponsables y a los tratos más descabellados a efectos de que el niño "se fortalezca". Cuenta el biógrafo argentino Hugo Gambini que "Celia era algo descuidada, es cierto, pero él (su marido) tenía algunas manías peligrosas. Por ejemplo, cuando bañaban a Ernestito, él lo ponía a secar al sol. Decía que de esa forma se fortalecía físicamente y aprendería a soportar el frío... El pobre chico se pescó una pulmonía que le engendró la bronquitis crónica y los espasmos asmáticos de los que nunca se pudo liberar... Guevara padre, publicó una de ellas, estaba decidido a dar a su hijo, prematuro y enfermizo, una crianza rígida, y lo hacía tomar sol envuelto en un pañal en pleno invierno. El Che soportó baños fríos de inmersión y duchas heladas". [19] Con total naturalidad, Ernesto padre narra que "Ernestito comenzaba a caminar. Como a nosotros nos gustaba tomar mate lo mandábamos hasta la cocina, distante unos veinte metros de la casa, para que nos lo cebara. Entre la cocina y la casa cruzaba una pequeña zanjita que ocultaba un caño. Alli tropezaba el chico y caía con el mate entre sus manitas. Se levantaba enojado y cuando volvía con otra cebada, volvía a caerse. Empecinado siguió trayendo y volcando el mate una y otra vez hasta que aprendió a saltar la zanja. [20] Esto pone de manifiesto nuevamente, el énfasis que ponía Don Ernesto en inculcar a su hijo el voluntarismo y la pérdida del miedo ante episodios riesgosos.
Los hábitos agresivos e irresponsables de su padre, se habían generalizado y formaban parte de la convivencia corriente y doméstica de la familia. Por ejemplo, sus hermanos, aprovechando el asma de Ernesto "cuando se peleaban con él, llenaban una jarra con agua para volcársele encima y provocarle un espasmo bronquial que lo paraliza...". [21] Nos cuenta un familiar que compartió su infancia con el Che que este "se vivía agarrando a piñas. Tenía los ojos como un puma en cautiverio, una mirada penetrante y agresiva... Era una familia muy violenta, éramos todos muy educados, pero al primer problema se arreglaba con violencia. Él tenía esa actitud para demostrar que el asma no lo limitaba en nada. No le tenía miedo a la muerte, a nada. Te desafiaba a caminar por una cuerda de una casa a otra a diez metros de altura. Cierta vez ató un cable y fue y vino... Tenía tanta altanería y autosuficiencia que quería pelear de igual a igual con Jesucristo" [22]
Estas alocadas argucias, fueron forjando un modus vivendi signado por la crueldad, la osadía y el riesgo incausado. Recuerda un entrañable amigo de Ernestito, José González Aguilar, que los Guevara "eran muy audaces en los juegos, en los deportes, en todas esas cosas; nos tenían un poco atemorizados, a nosotros. A Ernesto le gustaban mucho los juegos de riesgos y recuerdo también la imagen de su hermano Roberto, en nuestra casa, saltando de un tercer piso a la casa de al lado, sobre el vacío. Lo hacía por gusto, riéndose de nosotros porque no lo seguíamos" [23]
El padre, Ernesto Guevara Lynch, relata cómo fue instigando a sus hijos a la temeridad en reportaje concedido a la revista Gente (ejemplar del 16 de octubre de 1967): "Los fui iniciando a mis hijos en los secretos y peligros de la vida, desde muy temprano. Yo tenía la firme convicción de que debían ser libres, criarse en absoluta libertad'. [24] El sociólogo de origen marxista Juan José Sebreli, quien efectuó diversos estudios bibliográficos sobre el Che, destaca además que "A los cinco años su padre le enseñó a tirar al blanco; desde entonces el revólver sería su juguete preferido. La sola visión de las armas le provocaba verdadero éxtasis". [25] El anecdotario del Che Guevara niño no es baladí. Saben mejor que nadie los psicólogos, que los primeros años de vida marcan personalidades para siempre. Veremos luego que el Che, a poco de convertirse en estudiante universitario se graduaría de trotamundos y aventurero llevando una vida nómada y errática que lo acompañará hasta su muerte.
Ese espíritu inestable no será casual. Habrá antecedentes sobrados de inconstancia geográfica en su niñez: "Tras casarse, los Guevara Lynch-de la Serna, por vocación o por obligación, llevarán una vida trashumante: Misiones, Rosario, San Isidro, Palermo, Alta Gracia, Córdoba capital, y finalmente Buenos Aires otra vez. También en Alta Gracia cambiarán de casa debido a que dejaban de pagar o a que quienes les facilitaban el alojamiento a precios irrisorios reclamaban su devolución: en un principio se alojaron en el hotel La Gruta; en 1933 ocupan Villa Chichita; en 1934 Villa Nydia; en 1937 el chalet de Fuentes; en 1939 el de Ripamonte y en 1940 otra vez Villa Nydia". [26] Parafraseando a Baudelaire, Sebreli sostiene que el Che padecía de "horror al domicilio" y recuerda una frase suya: "La Único que hice fue huir de todo lo que me molestaba". ¿Qué le molestaba? se pregunta Sebreli, a lo que responde: "No era el peronismo dada su indiferencia por la política, quizá fuera la situación familiar". [27] El propio Che Guevara confesará tempranamente: "Yo mismo no sé donde dejaré los huesos". [28] Con lenguaje inelegante, Fernando Córdova de la Serna concluye que su primo "Tenía hormigas en el culo". [29]
La casa de los Guevara se caracterizó por ser un permanente desorden signado además por la suciedad. Recuerda Carmen de la Serna (hermana mayor de Celia, la madre del Che): "Aquella era una casa de dos pisos, tan mal construida que presentaba grietas por todas partes. Había goteras, y cuando la perrita orinaba arriba, el pis caía a la planta baja... El desorden gobernaba a todos y sólo hacían grandes limpiezas cuando se festejaba algo... " [30] Según el biógrafo Daniel James, en la casa de los Guevara no había normas, ni orden, ni horarios: "Un amigo de la familia que los frecuentó en Buenos Aires, dice que al llegar la hora de comer, Celia se quedaba mirando a los muchachos y les preguntaba ¿Qué hay de comer' Uno de ellos iba a alguna parte y en seguida regresaba, por ejemplo, con un paquetito de macarrones o algo que no necesitaba mucho trabajo de preparación y lo echaba a hervir en una olla de agua. Los muchachos ponían la mesa, si es que encontraban alguna superficie libre... un periódico hace las veces de mantel, Dolores Moyano Martín, que escribe sobre los Guevara con admiración, recuerda: 'No había hora de comer; cada quien comía cuando tenía hambre "'. [31] Anota Pierre Kalfon que la niñez de Ernestito en Alta Gracia transcurre "en una familia bohemia, desordenada, libertaria de pies a cabeza y liberal casi en exceso. Todo el mundo entra o sale de la casa a voluntad. Cada uno se las arregla, desde muy joven, casi solo, se hace la cama o no se la hace. El ajetreo es tal que en casa de los primos Córdova, se ha conservado la fórmula de la vieja criada para designar un completo desorden: 'Es digno de los Guevara''' [32] Añade la empleada doméstica de los Guevara, Rosario González que "El horario de la comida nunca era el mismo. Como el señor y la señora frecuentaban el Sierras Hotel (club exclusivo de Alta Gracia), casi siempre volvían de madrugada. Al otro día se levantaban a cualquier hora... En realidad, a la cocina la dirigía yo porque la señora dormía hasta tarde y no podía esperar que se levantara y me ordenara qué hacer", [33] Sin embargo, el omnipresente caos era fugazmente acomodado por Celia, quien en definitiva llevaba la voz cantante. Recuerda un familiar que "Había un gran desorden en su casa, pero Celia comandaba bastante bien. Pegaba tres gritos y ordenaba todo. Hasta Ernesto padre se acobardaba". [34]
Todos los estudios y testimonios sobre los padres del Che apuntan a una madre de gran personalidad y a un padre desdibujado: "Ernesto, el padre del Che, como papá era 'ni chicha ni limonada' (un cero a la izquierda)" [35] sentencia un familiar. Por su parte, Tatiana Quiroga, amiga de los niños Guevara, lo recuerda como "un mujeriego crónico. El padre tenía pretensiones de playboy... Pero era un playboy escandaloso, porque cuando trabajaba y ganaba dinero, lo gastaba todo... En salidas con jovencitas, ropa, estupideces, nada concreto... y su familia no recibía nada". [36] Sebreli agrega que "el frecuente abandono del padre, predispuso a Ernesto Guevara a la rebeldía y a la búsqueda de la autoridad y el orden, contradicción que marcaría luego su trayectoria política". [37] Además de esa búsqueda de un orden disciplinario del que careció en su casa (y que luego sustituiría por la rigidez del Castro-comunismo), agrega Sebreli que el Che, de su padre "heredaría, sin embargo, la vocación por los emprendimientos fabulosos destinados al fracaso", [38] Daniel James, adiciona que Ernesto padre "era un inadaptado; sus antecedentes y educación como aristócrata le inducían a burlarse de la vida burguesa, mientras que la sangre aventurera de sus antepasados parecía haberse disuelto en él. Se pasaba de agradable, de simpático". [39] La falta de autoridad de don Ernesto, es confirmada por Dolores Moyano, amiga de la familia, quien lo recuerda en estos términos: "El padre era un hombre simpático, bastante distraído, que hablaba con voz tonante y daba órdenes que olvidaba enseguida, por otra parte, casi nadie las obedecía", [40] En cuanto al citado espíritu aventurero de Ernestito, vale aclarar que ya de niño sus lecturas predilectas eran precisamente los libros de aventuras más clásicos: Julio Verne (autor de La Vuelta al Mundo en 80 Días), Alejandro Dumas (autor de Los Tres Mosqueteros) o Emilio Salgari (autor de Sandokán, el tigre de la Malasia). Este último, se constituyó en ídolo insustituible. Analiza Sebreli que dicha identificación con el personaje de Salgari, surge porque "el pirata de la Malasia que luchaba, a su manera, contra los colonialistas anglosajones... le transmitió a ese niño enfermizo el atractivo de la vida aventurera, el peligro de la jungla salvaje y la acción al aire libre. El pirata, descendiente como él de una aristocracia decadente, representó también el primer modelo infantil del bandido, ejemplo de rebelde primitivo, Asimismo tenían en común algunos rasgos personales: Sandokán y él eran melancólicos, predispuestos tanto a ser generosos como crueles". [41] Otra de las obras que el Che niño levantó como estandarte fue el célebre Don Quijote, de Miguel de Cervantes Saavedra, a lo que Sebreli dispara "Don Quijote es, a su manera, también una novela del camino y el Che solía identificarse con el personaje, En una carta a sus padres decía: 'Otra vez siento bajo mis talones el costillar de Rocinante, vuelvo al camilla con mi adarga al brazo', ¿No advertía acaso que compararse al Quijote era elegir el camino de la quimera que lo llevaría al fracaso?".[42] Esta tendencia al divague, también es señalada por Díaz Araujo quien sostiene que el Che era un "Inepto para reconocer, previo a todo, el universo en que vivimos; pero muy apto para el desenvolvimiento de las fantasías sin fundamento gnoseológico, y para ensoñar Utopías febriles e inalcanzables". [43]
Como alumno primario Ernestito con frecuencia estudiaría en su casa con la ayuda de su omnipresente madre, puesto que el asma muchas veces le impedía salir de su hogar. No era un alumno destacado, pero obtenía las notas indispensables para aprobar.
Costumbre característica de las aristocracias de la época, era el riguroso estudio del idioma francés, que Ernestito aprendía a pie juntillas gracias a las enseñanzas de su madre, quien lo hablaba con notable destaque. Julia Constela recuerda a Celia en los actos públicos entonando "fervorosamente La Marsellesa y también cantaba fragmentos de La Internacional, pero en francés". [44] El Che incorporaría esta elegante lengua manejándola de manera muy fluida,
Ya entrando en la pubertad, el joven Ernesto saciaría sus pulsiones sexuales utilizando los oficios genitales de las mucamas y la servidumbre, Para más datos: "Su hermano Roberto confesará a su primo Fernando Córdova que Ernestito había gozado de los favores de todas las criadas que habían pasado por su cosa". [45] Nos relata un familiar que si bien el Che "no era un 'Don Juan', tenía éxito con las mujeres, Sabía quiromancia, grafología, todos esos 'chiches' que a las mujeres las vuelven locas, Les tomaba las manos y les decía 'acá en esta línea veo tal cosa'... era un tipo de buen aspecto.. , cuando estaba prolijo". [46] Su única novia de la época fue María del Carmen "Chichina" Ferreyra, joven bella y distinguida, que pertenecía a las familias destacadas de la época, Según un testimoniante "Chichina coqueteaba con todos, y luego se puso de novia can Ernesto y creo que fue el cariño más fuerte que tuvo dentro del mundo social que frecuentaba, porque después nada, andaba con mucamas y gente de otro nivel". [47] Ya veremos que Guevara, a lo largo de toda su vida, tanto en su faz afectiva, como guerrillero o como funcionario público en Cuba, permanentemente se rodeará de gente de menor estrato social o intelectual que él. Una forma de llevar la voz cantante y sobresalir entre su entorno. Probablemente, una reacción o "revancha" tras haber pasado su infancia y adolescencia siendo "el pariente pobre" de su ambiente.
Es muy probable que el hecho de frecuentar un clima de familiares y amigos de la más alta sociedad en calidad de pariente venido a menos, haya generado en el Che una serie de complejos y resentimientos concientes o inconcientes. Anota Sebreli sobre Guevara que "Su adolescencia y primera juventud fue la de un niño bien; frecuentaba los grupos de chicos ricos que eran sus familiares y amigos. En tanto que pariente pobre disfrutaba de muchas de las ventajas de sus familiares en clubes exclusivos -como el Lawn Tennis de Córdoba o el San Isidro Club, dirigido por su tío-, invitaciones a fiestas exclusivas, partidas de bridge, práctica de deportes -tenis, golf, esgrima, equitación- privativos de la clase alta. En esa despreocupada vida entre paseos, juegos, bailes, noviazgos castos y sexo con sirvientas, el Che sólo se destacaba de los otros niños bien por sus salidas sarcásticas, por el escándalo que provocaba su suciedad y desaliño bohemio, a manera de espantar a los burgueses. Al no poder ser un príncipe, le quedaba jugar al mendigo romántico". [48] Respecto a la calificación de "mendigo" endilgada por Sebreli, muy probablemente el autor se refiere a otro elemento que caracterizó a Guevara desde siempre, el cual fue su animadversión absoluta a la higiene personal. Era un roñoso del derecho y del revés, lo que le valió el legítimo y justísimo apodo de "el chancho Guevara". Su vestimenta era caricaturesca. Su amigo Figueroa cuenta: "A lo mejor íbamos a salir con alguna chica y era tal su aspecto que yo le decía 'no podés salir así, sos un chancho"'. [49] En los ambientes de clase alta, a la que Guevara cultural mente pertenecía y frecuentaba, él mismo se ufanaba de portar una "infaltable camisa de nailon originariamente blanca que con el uso se había vuelto gris, y a la que llamaba 'la semanal' pues declamaba lavarla sólo una vez por semana, y sus pantalones demasiado anchos y jamás planchados que algunas veces exhibieron una banda adhesiva para tapar un corte". [50] Su amor inconcluso, la citada Chichina Ferreyra, recuerda: "su desparpajo en la vestimenta nos daba risa y, al mismo tiempo, un poco de vergüenza. No se sacaba de encima una camisa de nylon transparente que ya estaba tirando al gris, del uso. Se compraba los zapatos en los remates, de modo que sus pies nunca parecían iguales. Éramos tan sofisticados que Ernesto nos parecía un oprobio. El aceptaba nuestras bromas sin inmutarse". [51] Su gran amigo Alberto Granado confiesa que el Che "Alardeaba de no lavarse a menudo... Tenía varios nombres: le decían el loco y también el chancho (el cerdo). Le gustaba ser un poco el enfant terrible y se jactaba de las pocas veces que se bañaba. Decía por ejemplo: 'Esta camiseta de rugby hace veinticinco semanas que no la lavo"'. [52] Incluso, otro de sus entrañables amigos de viaje, Ricardo Rojo, cuenta que estando en Guatemala, Guevara andaba con "un pantalón deformado por el uso, una camisa que algún día había sido blanca, y un saco sport con los bolsillos reventados de cargar objetos diversos, desde el inhalador contra el asma, hasta los grandes plátanos que muchas veces eran su único alimento" y agrega que el Che "Aseguró que el calzoncillo que llevaba puesto, y que era el único desde hacía dos meses, estaba tan impregnado de tierra del camino que podía quedarse parado sin necesidad de sostenerlo. No lo creímos. Guevara se quitó los pantalones y tuvimos que resignamos... había ganado la apuesta, en medio de nuestras carcajadas". [53]
Si la fama de Guevara como un sujeto enemigo de la higiene personal era famosa cuando éste vivía en el marco de las comodidades urbanas de la aristocracia argentina, mucho más se acrecentaría como guerrillero en los ambientes rurales naturalmente antihigiénicos. Uno de los principales combatientes del ejército rebelde en Cuba, Enrique Oltuski (quien tras la revolución cubana se convertiría en su mano derecha en el Ministerio que luego presidiría), recuerda que en Sierra Maestra el Che "Mientras comía, tomaba la carne con dedos sucios... Terminó de comer y salimos. El Che repartió cigarros. Eran toscos, sin duda fabricados por un guajiro de la zona. A mi lado el Che fumaba y tosía, una tos húmeda como si estuviera mojado por dentro. Olía mal. Hedía a transpiración putrefacto. Era un olor penetrante, y lo combatí con humo de tabaco". [54] Un familiar de su círculo íntimo nos cuenta una anécdota estrambótica que ratifica lo ya expuesto: "en la pileta de la facultad de derecho de Buenos Aires un individuo peruano desafía batir el record de permanencia en el agua en la pileta. Estuvo en la pileta sin salir unos 26 días aguantando y batió el récord mundial. Nosotros que éramos estudiantes íbamos a verlo. Los primeros días algunos se tiraban al agua para charlar y acompañarlo. A medida que corrían los días, el agua de la pileta se tornaba un asco porque el peruano orinaba y defecaba allí dentro y eso se iba acumulando. El agua estaba cada vez más hedionda y sucia. Obviamente ya nadie se metía en la pileta y ni siquiera se acercaba del olor que expedía. Y el Che dijo 'a que yo me animo a acompañarlo' y se tiró de cabeza. Estuvo como dos horas en la pileta junto al tipo. Obviamente que todo el mundo comentaba el suceso". [55] Esta anécdota, además de mostrar en Guevara el irrefrenable perfil vedetístico, nuevamente pone de manifiesto lo cómodo y radiante que se sentía con la mugre y la podredumbre. En este caso, sumergido alegremente en la reconcentrada y acumulada mezcolanza de orín y estiércol ajeno.
Otro aspecto que veremos de manera permanente en el Che a lo largo del presente trabajo será su obsesión por la muerte. Su voluntarismo y su infancia siempre sometida y expuesta a riesgos desmedidos, sumándose a los ataques de asma que siempre lo atormentaron, parecieran haberle quitado por completo el miedo a morir. Para los adolescentes, la muerte suele presentarse como algo lejano y ajeno. Lo raro en el joven Guevara, era que la muerte no sólo era un tema al que recurría a menudo, sino que parecía que conciente o inconcientemente esperaba encontrarse con ella cuanto antes. Una impaciente actitud de tinte suicida. A los diecinueve años, escribirá un extraño poema, impropio para su corta edad, el cual entre otras cosas rezaba:
"Morir, sí, pero acribillado
por las balas, destruido por las bayonetas, si no, no. Ahogado no...
un recuerdo más perdurable que mi nombre
es luchar, morir luchando.·[56]
Cotejando el texto con su muerte acaecida 20 años después, en octubre de 1967 haciendo la guerrilla en Bolivia, da la impresión de que su vida ha ido siempre en búsqueda de esa muerte "acribillada por las balas y luchando", tal la letra de su tenebroso poema.
En 1947, el joven Guevara es citado para la revisión previa al servicio militar y por su condición de asmático, de inmediato le sellaron en su libreta de enrolamiento la sigla D.A.F. (disminuido en aptitudes físicas), con lo cual quedaba exento de cumplir dicho servicio. Fue entonces cuando comentó jubilosamente a sus amigos: "¡Por fin estos pulmones de mierda me sirvieron para algo!". [57] Cierto verano, había conseguido un trabajo que, según él creía, le permitiría recon'er el mundo, constituyéndose en una suerte de turista rentado. Se embarcó en un vapor de la flota mercante del Estado y salió a conocer otros países. Retornó decepcionado: "Me pasé un mes viajando, quince días de ida y quince de vuelta, para estar cuatro horas en una isla inmunda descargando petróleo...". [58]
..cont)

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Re: "Che, el canalla" Capítulo 1NM10:57:26 03/11/12 Sun


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