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Date Posted: 16:14:33 08/26/04 Thu
Author: w
Subject: Una carta recibida en la web

OMITIENDO EL NOMBRE Y EL LUGAR DE ORIGEN NO PODEMOS MENOS DE PUBLICAR AQUÍ UNA CARTA RECIBIDA EN LA WEB. UNA CARTA PROFUNDA Y QUE MERECE SER MEDITADA.

Reverendo Padre Fortea:


Me permito la libertad de escribirle para comentarle algunos puntos. Confieso que entré por primera vez en su página web atraído por su fama de exorcista, pero después he escuchado muchos de los sermones suyos que hay en Internet y he leído buena parte de sus escritos.

Un sermón suyo de hace unos meses me interesó especialmente. Fue el referido a la novela El código da Vinci. Y luego recuerdo que en otro sermón hizo una referencia a que los cristianos actualmente somos como anfibios sometidos permanentemente a un medio adverso que como si dijéramos nos reseca la piel. Es difícil encontrar en nuestro ambiente algo que nos refuerce en la fe pero si que hay infinidad de cosas que nos pueden alejar de ella.

Creo que en la predicación habría que insistir más en estos temas. La mayoría de la gente no lee ni leerá a Santo Tomás, ni a Kant, ni a Nietzsche, pero distrae su ocio con novelas de moda, y algunas de estas novelas son, por decirlo de manera clara, altamente venenosas, aunque escondan su veneno.

Yo he leído y releído a Umberto Eco y he podido descubrir su aspecto patético y tóxico. Sí, tóxico es la palabra. Lo de patético lo dejaremos para el plano literario. Creo que no hay un autor más engañoso, más falso y más contrario a las ideas cristianas que él. Solo en una época como la presente, dominada por una espesa ignorancia, un tal canalla intelectual ha podido dar gato por liebre y aparecer como un humanista e incluso como un amante de la Edad Media.

En El nombre de la rosa el monasterio es muy bonito y tiene una gran biblioteca, pero representa a un pasado ya superado y realmente es una sentina de vicios. La vida monástica en realidad es ridiculizada, aparece como falsa, ilusoria, propia de personas que no pisan el suelo o de aprovechados hipócritas.

En otro sermón suyo afirmaba que los que denuestan la Edad Media suelen ocultar una viva actitud anticristiana, que este desprecio hacia los valores medievales, disfrazado de ataque a la tiniebla y la ignorancia de esa época, exagerada sin límites o simplemente inventada, no es mas que una actitud antitradicional y anticristiana y que la Edad Media no era ese tiempo de oscuridad que tan frecuentemente nos han pintado. Pues bien, si usted lee pacientemente a Eco, verá como todos los valores medievales son degradados hasta la abyección, lo que este autor valora son los valores emergentes de un Renacimiento o Pre-renacimiento, tan temprano en Italia, precursor clarísimo de la modernidad. Admirar las viejas piedras y los pergaminos miniados no es incompatible con el profundo odio hacia el espíritu de una época. Lea y relea El nombre de la rosa y Baudolino -novela simpática, humorística y mucho más humana, hay que decirlo- y comprobará lo que digo. Vea a qué queda reducido el Grial, por ejemplo.

Parece que el Grial pertenezca a una época pasada, pero hay que ver los esfuerzos que hacen algunos por degradar este símbolo espiritual. No sólo Eco, sino el literariamente pésimo autor de El código da Vinci, atacan al Grial. Por algo será. Yo en mi juventud leí bastante sobre el Grial y nunca encontré una cosa ni parecida a la que se expresa en de El código da Vinci, algo aberrante sin duda, y que posiblemente llega mucho más lejos que las intenciones del autor, un perfecto analfabeto preocupado por el éxito de ventas. Es lo que podríamos llamar, y la expresión no es mía, el satanismo inconsciente.

Yo he podido seguir el rastro, y no es nada difícil, del famoso Priorato de Sión. Éste no es más que una grosera impostura, digna de novela picaresca y de antigüedad sólo pretendida, ya que en realidad ésta, si nos atenemos a las pruebas, no llega a los 50 años. Una especie de estafa organizada bastante grotesca. Pero el famosísimo y deplorable libro El enigma sagrado lanzó a la fama estas teorías sobre Jesús, la Magdalena, el Sangreal y el Priorato de Sión hace ya una veintena de años. Digo deplorable porque usted, como historiador seguro que lo consideraría así, ya que es imposible encontrar menos rigor histórico ni honradez intelectual. Como sacerdote católico seguro que le repugnaría su lectura.

Pero el libro tuvo su éxito y la idea del sangreal y la descendencia de Jesús se transmitió a un público más o menos extenso. Y cuando todo esto parecía un poco olvidado, la archifamosa novela, literariamente pésima, le ha dado una difusión inesperada y una serie de continuaciones y de libros que explican “científicamente” el problema y que suelen ser refritos inmundos que repiten ideas y suposiciones ya demostradamente falsas. No he llegado a leer El último merovingio, no sé si sigue la misma tónica o bien trata el tema con orientación crítica. La verdad es que la historia del Priorato de Sión es digna de ser novelada, incluso de pasar al cine, pero en ella quizás no haya más misterio que el de la infinita vanidad humana y la credulidad de nuestros contemporáneos, que a veces se tragan cualquier teoría, por delirante que sea, siempre que sea contraria a la Iglesia Católica. La verdad es que todos estos libros nadie o casi nadie se los cree literalmente, son simple distracción, pero los lectores no se dan cuenta como su influjo los forma o deforma en la percepción de ciertas realidades. Es un poco como los programas idiotas de televisión que van idiotizando a la gente y transmitiéndole unos valores pésimos.

Otra novela, menos venenosa pero en absoluto inofensiva y que ha constituido un auténtico best-seller hispánico es El último Catón. En ella todo o casi todo es falso, y el lector perspicaz en seguida lo percibe. Pero continúa transmitiendo valores falsos y deformando la percepción de las cosas. Parece que para nuestros contemporáneos el misterio ha de ser algo material, como encontrar la tumba de Jesús y demostrarlo con la prueba del ADN o cosa parecida, algo palpable y que desenmascare las mentiras de la Iglesia, aunque las sustituya por ficciones absurdas o por un nihilismo total. La ingeniosa novela de Matilde Asensi manifiesta un camino iniciático que tiene más de aventura de Indiana Jones que de ritual de iniciación. La misma cofradía de defensores de la cruz es absolutamente absurda y parece más bien una comuna hippie, un falansterio o una sociedad utópica fruto de una mente del siglo XIX. El lector formado se ríe de todo esto y se distrae con las peripecias de la novela, pero el que no lo está tanto va acumulando ignorancia y confusión. Lo malo de estas novelas es la pseudoerudición y la documentación, que las hacen aparecer como algo históricamente sólido, cuando no lo es de ninguna manera. Los jóvenes de hoy, que muchas veces no han recibido educación religiosa, ni siquiera una buena base de educación humanística, son muy sensibles a estas manipulaciones, aunque no se tomen en serio estos temas.

Otra obra muy famosa últimamente es La hermandad de la Sábana Santa, bastante respetuosa con la fe, pero que produce el efecto de confundir devoción y fanatismo. Parece que –y esto es una idea típicamente moderna- que aquél que tiene principios firmes en el plano religioso (o en otros) es un integrista. Mejor ser un poco escéptico, o mucho. La verdad es que los dos grupos que luchan por la síndone son bastante caricaturescos, su devoción les ha llevado al absurdo y a la violencia, pero sirven para reforzar los prejuicios dominantes. Además de que por el hecho de ser sociedades secretas deben funcionar como mafias, o sea, como nuestros contemporáneos suelen entender cualquier sociedad oculta o secreta.

El misterio en estas obras aparece como algo material, algo que se desentraña con una investigación periodística o detectivesca, que invariablemente involucra personalmente a los investigadores y les cambia la vida, pero que no les abre ninguna perspectiva trascendente. La verdad no es un descubrimiento espiritual, aunque a veces para los poco perspicaces lo pueda parecer.

No sé si sus feligreses son lectores de este tipo de Literatura, pero creo que algo hay que hacer para iluminar un poco las conciencias, y para hacerlo se debe superar el plano de la moralización, que el único que perciben muchos ciudadanos cuando la Iglesia se pronuncia sobre algún tema.

Interesante sería sobre todo desenmascarar a Umberto Eco y hacerlo con altura intelectual. Es un autor mucho más insidioso, repito, de lo que pueda parecer, sólo después de releerlo se va descubriendo sus auténticas intenciones. Además está escindido por un conflicto interno; aunque parece un gran defensor de la modernidad, en realidad y a pesar de él mismo se inclina por la posmodernidad. Lea atentamente El nombre de la rosa y quizás me dará la razón. Eco abrió la puerta a la diversidad de lecturas y luego intentó limitar esta diversidad que amenazaba con volverse ilimitada y caótica (léanse sus textos sobre la interpretación). Y lo mismo con los valores morales. Fray Guillermo puede ser, como su modelo Guillermo de Ockham, un critico de las certezas metafísicas medievales, pero la diferencia es que el de Ockham fue sobre todo teólogo y muy creyente, no un ateo encubierto. Es una de las sutiles trampas del señor Eco, sutiles para la profunda ignorancia contemporánea, que abre la boca con admiración y sin ningún espíritu crítico ante ciertas demostraciones de amena erudición. Al fin y al cabo sólo son ficciones novelescas. Dicen.


No me alargo más, me he permitido escribirle largo y tendido porque pienso que nos podemos entender en estos intereses comunes y porque creo firmemente que hace falta una ofensiva intelectual seria y efectiva para desterrar o aminorar esta tenebrosa cortina de ignorancia y de prejuicios que va inundando el mundo. Y cuando vemos estas obras a menudo falsas y grotescas, pero que conquistan al gran público, nos debemos poner en guarda. Sabrá usted mejor que yo que lo grotesco es una parte de la manifestación demoníaca, no en vano el Diablo es el mono de Dios. Creo que si ha leído atentamente El código da Vinci habrá encontrado en él muchas cosas inquietantes, como esta inversión grotesca de las cosas sagradas. No sé si usted cree en la posibilidad del esoterismo cristiano. Hay quien afirma que existen varios prioratos católicos, ocultos pero rigurosamente ortodoxos, guardianes de la fe. Yo no lo sé, pero el llamado Priorato de Sión (Prieuré de Sion) no sería más que su caricatura invertida y grotesca. Demoníaca.

Atentamente

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